Hoy han tardado mucho en ponerme el café. La cafetera parece que no funcionaba bien. Le daban al botón de preparar el café, y aunque arrancaba, se paraba un poco, y luego seguía. Esto era algo que antes no hacía.
La camarera no sabía que hacer, así que ha llamado al encargado. Y por más pruebas que hacían, la cafetera hacía siempre lo mismo: empezaba, se paraba y luego volvía a arrancar y hacía el café.
Yo estaba observando y pensando que era un desperdicio todos esos cafés que estaban tirando por la fregadera. Eso fue precisamente lo que dijo el dueño cuando llegó: «No desaprovechéis más café, que bastante tengo ahora con lo del servicio técnico oficial.»
Al verme observando, les pedí que me dieran uno de esos cafés que estaban tirando, porque yo sabía lo que estaba pasando. Al probarlo les dije «Tranquilos, que la cafetera está perfectamente. De hecho el café está perfecto«.
Las caras que pusieron eran entre sorpresa y desaprobación, hasta que lo probaron ellos también. «Pues es verdad, pero si hace eso tan raro es que está estropeada, ¿no?«.
No, está perfectamente. Les dije que miraran si había un botón por ahí que no supieran para qué es.
Ahí estaba. Un botón que nunca habían usado, que alguien había pulsado sin querer y que ponía pre-infusión. No hay mucha gente que lo sepa, pero las cafeteras muy buenas tienen esa función. No te voy a explicar en qué consiste, pero es algo que hace que el café salga más bueno.
Pulsaron el botón y efectivamente era eso.
Esa es la diferencia entre pensar que algo está estropeado o pensar que no sabes cómo funciona.
A mi me gusta pensar que las personas no están rotas o estropeadas, sino lo contrario.
Pensando así, que una persona consiga siempre una sensación de miedo al pensar sobre algo es muy buen indicador de su capacidad de aprendizaje. Ha aprendido a hacer algo y lo hace muy bien. Imagínate cómo sería si esa persona cambiara únicamente una cosa: que en vez de miedo saliese motivación. Es decir, que siempre que pensara en un concierto, su máquina de generar emociones sacaría motivación, ilusión, ganas de empezar, etc…
Pues cuando un músico clásico elimina los 7 desbloqueos emocionales, pasan cosas como esta:
«Antes de superar el miedo escénico estaba rechazando participar en proyectos por mis miedos e inseguridades a nivel musical. Ahora tengo ganas de subir al escenario y mi foco es buscar más oportunidades para tocar en público.
Me ha vuelto la ilusión. Ahora vuelvo a ser como la niña que era cuando descubrí la magia de la música.»
M.S. Oboe.
Por cierto, cuando un músico clásico supera el miedo escénico suele descansar mejor los días antes de las grandes ocasiones, y eso también lo notan las personas con las que conviven. Pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión.
Nos vemos,
Joseba